Cuidar cuerpo y mente se ha convertido ya en nuestro estilo de vida. Sabemos que debemos trabajar ambos aspectos para poder funcionar al 100%. Por eso, si lo entendemos como un conjunto inseparable, un simple cambio en nuestras posturas corporales puede mejorar, como mínimo, nuestro estado de ánimo.
¿Os suena extraño verdad? A nosotras al principio también, pero después de comprobar que numerosos estudios lo corroboraban y de saber por qué se produce esta “magia” nos picó la curiosidad, lo probamos y ya lo hemos integrado en nuestras vidas. Hoy queremos contároslo para que vosotras también lo podáis hacer.
Amy J.C. Cuddy, una famosa psicóloga en EEUU dedicada al estudio del lenguaje no verbal y su efecto en las emociones, realizó un estudio a 42 personas para comprobar los efectos que se producían al adoptar diferentes posturas corporales. Con ello entendió que hay dos tipos de posturas y que al mantenerlas durante al menos dos minutos producen sentimientos distintos. Unas son las que nos obligan a expandirnos, a ocupar más lugar y que por lo tanto nos hacen sentir más grandes y más seguros de nosotros mismos; y las otras, las que nos hacen ser más pequeños y que por lo tanto nos aportan un sentimiento de fragilidad e inseguridad.
¡Hasta las hormonas de estos voluntarios se revolucionaron! Al adquirir una postura más erguida y expandida sus niveles de testosterona aumentaron y los de cortisol (la hormona del estrés) disminuyeron, es por eso que se sentían relajados, seguros y con más energía.
Pero esto no es magia, se debe a que nuestra mente se cree todo lo que nuestro cuerpo hace, por eso si este adopta una posición relajada y expandida la mente entiende que se trata de seguridad en nosotras mismas y nos lo hace sentir. ¡Pura ciencia!
Venga, toma nota de estas cuatro posturas y pruébalas a lo largo del día durante dos minutos:
- Sin que tu jefe te vea, siéntate y pon los pies sobre la mesa mientras sostienes tu cabeza con las manos en la nuca. ¿Quién es la jefa ahora?
- Mirándote al espejo y viendo lo guapa que estás hoy, ponte erguida, con los hombros hacia atrás y la mirada hacia el frente. Si consigues adecuar esta postura a tu día a día te sentirás genial.
- Apoya toda la espalda a la pared y eleva un poco la cabeza. Al acompañarlo con una respiración pausada te relajarás de inmediato, sin duda.
- Camina con paso firme y con zancadas más largas al mismo tiempo que pones tu cuerpo erguido, te dará la sensación de que te diriges al objetivo correcto sin perder el tiempo en detalles sin importancia.
¡Ah, y no lo olvides! Se trata de sentirnos bien con nosotras mismas, por eso a estas mejoras en nuestra postura corporal se le debe sumar siempre una buena imagen, pero no para tener en cuenta las opiniones de los demás, sino para vernos y sentirnos mejor, mucho más guapas y aún más seguras. Así que ya sabes, prepara con tiempo tus modelitos y combínalos con los complementos que más te gusten.